A principios de diciembre, con un viaje de 23 horas, iniciamos una aventura de la terminal CAME en la ciudad de Mérida a la terminal TAPO de la Ciudad de México; el viaje nos permitió maravillarnos con paisajes totalmente distintos a los que acostumbramos ver Yucatán.
El objetivo fue participar en un intercambio de experiencias organizado por Fundación ADO para conocer las iniciativas y a las personas que integran los grupos comunitarios que han sido apoyados por la organización. La sesión dio inicio el jueves 6 de diciembre a las once de la mañana en una sala de la terminal, cada participante se presentó hablando un poco sobre el proyecto o grupo al que representan, cómo es la región en la que viven y qué es lo que más les gusta.
La participación fue muy diversa pues había gente de Yucatán, Campeche,
Chiapas, Oaxaca, Veracruz y otros estados de la República. Durante el día se
platicó acerca de las dificultades que cada organización ha tenido, qué han hecho al respecto y en nuestro caso junto con compañeros de Campeche y Veracruz que colaboramos en un proyecto turístico, la discusión fue en torno a ¿cómo se vive el tema de la comercialización?
Desde nuestra perspectiva Co´ox Mayab era la organización que más experiencia tenía en cuanto al tema, pues se apoya de estudiantes que se encuentran realizando su servicio social, prácticas profesionales o voluntariado para realizar diversas tareas que han contribuido a la promoción y comercialización de los servicios turísticos de la organización. Coincidimos en que las relaciones comerciales con establecimientos de hospedaje, agencias e incluso con las escuelas y universidades son de gran importancia para mantener un flujo hacia las comunidades que proporcionan servicios turísticos.
Al finalizar las actividades del día en una caravana de más de 15 personas nos dirigimos al mismo hotel donde nos hospedábamos, después de que algunos pudieran instalarse, un grupo de ocho nos organizamos para ir de paseo al centro histórico de la ciudad. Al llegar, algunos sólo admiraron y otros tomaban fotos, el sitio tenía adornos navideños por todos lados y gran cantidad de nochebuenas blancas y rojas en el suelo adornando el espacio, fuimos caminando poco a poco pasando por la torre Latinoamericana, Bellas artes y Garibaldi observando los edificios y el ambiente de la ciudad.
El viernes 7, el día de la feria artesanal salimos del hotel nuevamente en caravana y al llegar a la terminal lo primero que hicimos fue instalarnos en los espacios que nos asignaron, la gente se acercaba a ver los productos, a preguntar por los precios, y en nuestro caso a preguntar por los paquetes turísticos y los destinos Co´ox Mayab, poco antes de las seis de la tarde todos iniciaron el levantamiento de sus productos pues la feria debía acabar a las seis de la tarde, los que nos hospedamos en el mismo hotel sabíamos que no todos iban a regresar a descansar luego de la feria pues tenían que abordar un autobús de regreso a su estado o comunidad y antes de que todos se fueran, las despedidas iniciaron pero con la esperanza de vernos nuevamente en el futuro.
El sábado 8 nuestro día inicio a las seis de la mañana cuando salimos del hotel con dirección al metro para encontrarnos en la terminal Tasqueña con Ernesto un compañero de Umbral Axochiatl Xochimilco, quien nos acompañó hasta su centro de operaciones donde conocimos a don Dionisio, presidente de la organización quien nos habló sobre la labor de conservación de las chinampas, el ajolote, la venta de artesanías provenientes de todas partes de la república y otros proyectos en marcha. Ernesto fue nuestro guía, quien nos llevó hasta la chinampa de don Dionisio y quien nos habló de los volcanes de la zona y el paisaje montañoso que nos rodeaba, la vegetación, la historia del sitio y cómo han ido disminuyendo los canales, las actividades de la región, entre otras cosas.
La hora de la comida fue un grato momento de convivencia con estudiantes que se encontraban realizando un documental de la vida de don Dionisio, Mari, Ernesto, Carlos y otros colabores de Umbral, la comida, unas ricas tostadas de frijol con queso fresco de la región, crema y salsa de tomate, que se acabaron “de volada”.
De regreso pudimos conocer a los ajolotes y a la familia que se encarga de su cuidado, reproducción y conservación. Aprendimos que desde que un ajolote nace, los primeros tres meses de vida son de suma importancia pues es el tiempo en el que sus cuidados son intensos y que con cualquier microorganismo que infecte su comida o agua los puede matar, también que un ajolote dorado o albino no tienen la capacidad de regenerarse debido a las deformidades genéticas que presentan por apareamiento entre hermanos.
El día estaba por acabarse y nuestro transporte de regreso nos esperaba, así que para aprovechar las horas que nos quedaban fuimos al Templo, un lugar interesante que se encontraba casi entre escombros tapados con lonas y el techo de láminas y que tras el temblor de septiembre del 2017 su gente se organizó para apoyar en los trabajos de limpieza. A pesar de que el lugar no se encontraba en las mejores condiciones, el ambiente era muy agradable y la gente amable, era el espacio perfecto para convivir con personas de todas las edades, jugar rayuela y compartir un rico pulque. El día había sido muy satisfactorio y cansado por lo que ahora no hay mucho que contar, más que las horas de viaje de regreso a Mérida.